Parece una película, es difícil de creer que
hace algunas semanas nadie había oído hablar del Coronavirus. Hoy, son casi un
millón de casos en todo el mundo. Nuestras vidas y
trabajos se han descarrilado, vivimos en cuarentena y con incertidumbre con
respecto al final ¿Pero, como llegamos hasta aquí? ¿Que podemos aprender de
esta pandemia?
La respuesta corta, es que somos casi 8 mil
millones de seres humanos, que ocupamos cada vez más espacios de forma
insustentable y muchas veces irracional. La presencia humana
directa o a través de sus industrias, desplaza la vida silvestre y la presiona
hasta el límite. Transformamos rápidamente bosques que regulan el clima,
limpian el aire y nos protegen de enfermedades, en pastos para la ganadería,
tierras de cultivo, minas informales que contaminan el agua, la tierra y los
alimentos, o simplemente cortamos los árboles para comercio, en su mayor parte
ilegal.
Pero eso no es todo, el toque final lo realiza
el comercio ilegal de animales silvestres, sea para fines medicinales,
afrodisiacos, en artesanías, como mascotas, o consumo humano (murciélagos están
en el menú). El comercio de animales silvestres es un negocio,
predominantemente ilegal , que genera miles de millones de dólares al año y que
aplica estrategias de corrupción de autoridades semejantes al
narcotráfico.
Es esta combinación de excesos que explica en
parte como llegamos hasta aquí. El Coronavirus, es parte de una serie de nuevas
enfermedades infecciosas, como el MERS, SARS y Ébola, que se
manifiestan en la medida que arrasamos con la vida silvestre, en cualquiera de
las formas antes mencionada. La víctima, sin embargo, no es otro más que el ser
humano.
Al observar a los gobiernos responder a esta
pandemia con vigor, es difícil no preguntarse por qué no se hace lo mismo en la
lucha contra el cambio climático y la conservación de la biodiversidad.
El Coronavirus es una alerta, posiblemente
tenue si comparado con los efectos aún más graves que podemos tener con el
calentamiento global. Una llamada de atención a la importancia de
trabajar todos juntos, para ganar la lucha contra otro enemigo
invisible.
No existe la menor duda, que la sobrevivencia
de la sociedad que conocemos, y aquí se incluye la libertad, depende del éxito
que tenga la humanidad en distanciar e invertir la correlación que existe entre
crecimiento económico y aumento de las emisiones de Dióxido de Carbono
(Co2). Debemos evitar, de todas las formas, que la temperatura
media de la tierra continúe elevándose y supere la meta de 1.5º centígrados.
Sin embargo, no estamos teniendo
éxito.
Vale la pena destacar, que la respuesta al
cambio climático, no depende de una vacuna o una tecnología que aún no existe.
La solución para evitar la ¨pandemia¨ del calentamiento global, está en
nuestras manos y es ampliamente conocida. Hay que abandonar las fuentes
de energías sucias, (el petróleo, el carbón y el gas), dejar para atrás a las
industrias que no suman, que no quieren adaptarse y lo que es peor, hacen todo
a su alcance para que el cambio hacia una economía limpia, simplemente no
suceda.
Es tiempo de reflexionar más allá del
Coronavirus. Gracias a la movilidad eléctrica, no hay más motivo para vivir en
ciudades contaminadas por el Co2, no hay motivo para que el interés de algunas
industrias prevalezca por más tiempo, sobre el bienestar común. Es tiempo
de cambios, nuevas industrias, nuevos estándares climáticos, negocios
responsables que generan empleos, renta y prosperidad a niveles de crecimiento
muy superiores a los actuales.
Esta pandemia, necesita recordarnos que los
seres humanos no somos el centro del planeta, somos parte de él y si
sabemos adaptarnos a esta nueva idea, podremos disfrutar por mucho más tiempo
de algo que por hemos dado como ganado, vivir en libertad.