De acuerdo con el PNUMA la región de
América Latina y el Caribe posee la mayor diversidad biológica del planeta,
cerca del 40% . Además, vale destacar
que 6 de los 17 países considerados como
mega biodiversos, se encuentran en esta región.[1]
Este valioso capital natural, ha
ofrecido desde siempre a la población latino americana, una estrecha y positiva relación entre el hombre y
la naturaleza. Esta relación se manifiesta en la diversidad de costumbres que
se forjaron a lo largo de siglos de conocimiento e intercambio entre las
poblaciones nativas y los ecosistemas naturales y que hoy se reinventan y hacen
parte de nuestra identidad, cultura e imaginario como latino americanos.
Así mismo, podemos admitir que buena
parte de la calidad de vida que gozamos en esta parte del mundo, se sustenta en
la diversidad y disponibilidad de servicios ambientales, que por ser abundantes y presentes en nuestro día a día,
muchas veces no reconocemos.
Si ganamos conciencia que vivimos todavia
en una región con una de las menores densidades demográficas del planeta, con tasas comparablemente más bajas que las
de Europa y Asia, entonces, es comprensible que el mundo gane cada vez más
interés por reconocer, investigar y experimentar esta biodiversidad.
Las importantes conquistas sociales y económicas alcanzadas por
nuestra región en la última década, han sido un elemento adicional fundamental en
la formación de una nueva masa crítica
de personas (demanda interna), que tienen conciencia del valor cultural y económico del capital
natural, y que a su vez, despiertan el
deseo de experimentarlo en la forma de
una propuesta de ecoturismo[2].
Así mismo, se reconoce que sea por
cambio de hábitos o por otros motivos de nuestro tiempo, la demanda global por experiencias
al aire libre y de naturaleza, viene aumentando en diferentes segmentos de la
sociedad. Como consecuencia, el número de personas que busca una experiencia
de naturaleza, que sea segura y en la medida de lo posible, única y transformadora,
sigue esta misma tendencia.
Para ambos grupos, la demanda interna
e internacional, el ecoturismo surge como
alternativa de accesibilidad y experimentación de esta biodiversidad,
prescritos sobre un compromiso ético de inclusión y valorización de los saberes
tradicionales y buenas prácticas en su manejo ambiental.
Es sobre esta expectativa, que más de
30 millones de turistas vienen experimentando el ecoturismo en nuestra región,
generando US$ 28 mil millones de dólares y contribuyendo con [3] la inclusión
social y puesta en valor de la biodiversidad y sus servicios ambientales.
Además de ofrecer a los visitantes la
oportunidad de experimentar nuevas vivencias, el ecoturismo se integra a los
presupuestos nacionales como un mecanismo de mercado que contribuye al
financiamiento de la conservación de la biodiversidad, principalmente en
aquellos destinos, donde los ingresos del ecoturismo, son reinvertidos.
Sin embargo es importante tener en
mente, que a pesar que el ecoturismo puede ser parte de la solución, es
fundamental que sea desarrollada siguiendo buenas prácticas de manejo y uso
sostenible de la biodiversidad y del territorio desde una perspectiva integral,
minimizando externalidades negativas que
pudieranneutralizar a largo plazo los
beneficios que lo justifican.
[2] De acuerdo con
el PNUD, 51 millones de personas dejaron la pobreza y ascendieron para la clase
media en América Latina entre 2000 y 2013. http://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/en/home/ourwork/povertyreduction/overview.html