quinta-feira, 14 de dezembro de 2017

Why we need biodiversity friendly infrastructures?

The development of infrastructure is generally associated with two concepts that, currently, are antagonistic: growth and conservation. On the one hand, investment in infrastructure is associated, and rightly so, with the growth and prosperity of countries. Thus, important investments are proposed and implemented in highways, which stimulate mobility and encourage commerce; in projects for the generation and distribution of electricity, which bring energy to homes and industries; in medical centers, which offer more and better health services to the population, etc. On the other hand, infrastructure is also associated with the loss of biodiversity and deterioration of the environment and the transformation of ecosystems, which are generating social risks and risks in the sustainability of the infrastructure itself. This context presents us with a challenge: is it possible for infrastructure to generate, in addition to social and economic impacts, benefits for the biodiversity?
First of all, it is important to recognize the value of biodiversity from a perspective that goes beyond the aesthetic. Biodiversity plays a fundamental role in development, mainly in the functioning of the productive and service sectors, reducing, avoiding and mitigating their negative impacts. Likewise, thanks to healthy ecosystems, we enjoy essential services that, from a political and economic perspective, are fundamental to the social stability, peace and competitiveness of countries.
In this context, it is opportune to integrate new reflections that are the result of the recognition of current problems. A look at the past can serve as a reference, which is why the exchange of learning, positive and negative, is indispensable. It is necessary to go further, however. Our view towards the future must be open to change, with the understanding that a critical context of global warming and massive loss of biodiversity requires new answers.
In a context in which global climate change is a fact accepted by the planet’s most respected scientific circles, and is experienced on a daily basis by billions of people, it is important to ask different questions. How to reconcile the expansion of infrastructure with the recovery of environmental services? Do we have the technology, sufficient experience and the ability to reconcile investments in infrastructure with the recovery of biodiversity? In short, how do we benefit ecosystems with infrastructure that is biodiversity friendly?
The questions to be asked are not few, and the answers require a search for consensus in a context of business opportunity, regional political leadership and commitment to the maintenance of progress and the sustainable development of the region. In the current context, the environmental perspective and climate change are not secondary issues for our development. Discussion on the prevalence of an ecological point of view over the economic or otherwise, is outdated. There is, today, a consensus on the importance of working with both perspectives, and this is widely evidenced in different international agreements.
In any case, the obvious challenge is to find efficient and practical ways to distance the growth of infrastructure from the loss of biodiversity. The challenge and the opportunity that we have, in Latin America and the Caribbean, is even more important if we consider that this region is home to 625 million people and 40% of all the biodiversity of the planet. There is a unique opportunity to lead qualitative changes that lead to the development of infrastructure that is friendly to biodiversity in Latin America, and a responsibility to make this qualitative transformation on time.

quinta-feira, 16 de novembro de 2017

Inteligencia de mercado para la industria del cacao en América Latina

Por su diversidad genética, América Latina y el Caribe son los principales productores de las variedades de cacao fino y aroma, con cerca del 80% de la producción mundial. Con una tasa de crecimiento de la demanda por estas variedades del cacao muy superior a la media del cacao bulk (que se comercializa en la forma de commodities) el desarrollo de cadenas de valor asociadas al cacao fino representan uno de las principales oportunidades para el desarrollo de una actividad cacaotera competitiva y sostenible.   
Sin embargo, existen importantes desafíos a superar para consolidar la posición competitiva de la región en este promisor segmento del mercado. Entre los desafíos, se destacan: 
  • Por el lado de la producción, la necesidad de identificar, mantener y ampliar la base genética que representan la principal ventaja comparativa regional
  • Desde la perspectiva de la demanda, la necesidad de armonizar los procesos de identificación catación y clasificación del cacao desde la perspectiva de sabores y aromas (organoléptica)
  • Desde la perspectiva de la biodiversidad y climática, la importancia de asumir compromisos concretos y alcanzables para mitigar las emisiones de carbono que resultan de la actividad productiva y comercial, además de buscar alternativas para la adaptación en un contexto de cambio climático; y no menos importante
  • Desde la perspectiva social, establecer mecanismos para la distribución justa y equitativa de los beneficios a lo largo de la cadena de valor
Ante estos desafíos y posibilidades de impacto para el beneficio de la región, CAF -banco de desarrollo de América Latina-, estableció en 2016 la Iniciativa Latinoamericana del Cacao (ILAC), un proyecto que tiene como objetivo promover el desarrollo del cacao como actividad económica sostenible y elemento integrador de los pueblos que ancestralmente lo han utilizado en la región. 
Fue en este contexto de trabajo de largo plazo y mirada estratégica a la región que se fundieron las bases de un programa regional comprometido, en una etapa inicial (2016-2018), con la consolidación de una dinámica regional de trabajo sostenida por ocho países participantes: Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Repú­blica Dominicana, Panamá y Perú. 
Con esta mirada regional, se identificó, junto a los países y sectores produc­tivos, la necesidad de contar con un mecanismo de inteligencia de mercado que ofrezca informaciones útiles y que alimente el proceso de desarrollo de este segmento de mercado (cacao fino y de aroma). Es con esta perspectiva que el Programa de Biodiversidad de la Unidad de Negocios Verdes de CAF impulsó el Observatorio de la Iniciativa Latino Americana del Cacao, que pretende atender una solicitación de los países participantes de la ILAC con la meta de presentar informa­ciones macro-microeconómicas y datos estadísticos, así como analizar noticias relevantes que apoyen en la toma de de­cisiones de autoridades, instituciones, empresarios, asociaciones, gremios y productores. La meta última es contribuir a la competitividad del sector cacao fino en la región. 
El Observatorio genera un boletín trimestral que es difundido a través de diversas redes de aliados y colaboradores que incluyen a los puntos focales ILAC en los ocho países participantes, así como organizaciones como el ITC, UNCTAD, Smithsonian, ICCO, entre otros. El primer boletín se puede descargar en Scioteca, desde este enlace.
El observatorio se ha convertido en una herramienta muy valiosa para impulsar la industria cacaotera en la región.

sexta-feira, 7 de abril de 2017

Los ecosistemas marinos son clave para el desarrollo económico de América Latina

Gracias a su abundante y diversa fauna y fenomenos naturales como la corriente del Humboldt, América Latina cuenta con una de las bases de ecosistemas marinos más privilegiadas del mundo. 
Hoy en día, dos países de la región (Perú y Chile) despuntan en los rankings globales de exportación pesquera, pero todavía queda mucho camino por recorrer para que obtengamos el máximo potencial de este recurso, en una actividad que, bien hecha, deberá contribuir a generar más empleos de calidad y a restaurar los ecosistemas que sustentan la biodiversidad biológica.  
La importancia de las áreas marinas y costeras no solo recae en los beneficios económicos que la actividad pesquera pueda generar, sino que también implica la generación de oportunidades para la cohesión social, el esparcimiento y el sustento de comunidades que pueblan los más de 50 mil kilómetros de costas de la región. Adicionalmente, estos hábitats costeros y marinos brindan servicios ambientales que benefician a las economías locales y, en muchos países, representan un importante pilar de la economía.
Según el informe Beneficios de los océanos: Biocomercio azul y los servicios Ecosistémicos latinoamericanos, elaborado por CAF -Banco de Desarrollo de América Latina y presentado en una reciente publicación de la UNCTAD, la región tiene ante sí la posibilidad de diversificar e incrementar la actividad económica marino-costera , promoviendo la inversión en productos y servicios cuyos modelos de negocios contemplen la adición de valor y el uso ético y sostenible de este capital natural.
Es con esta perspectiva que desde 2016 desde CAF venimos trabajando, en colaboración con la UNCTAD y Programa MARES de Forest Trends, en la puesta en valor de los servicios ecosistémicos marino-costeros de nuestra región, a través de un enfoque de clústeres y de la promoción de los principios de biocomercio azul.
El trabajo realizado hasta el momento nos indica que existen oportunidades para la   diversificación de la oferta actual, promoviendo la inversión en nuevas aplicaciones de los recursos marinos, sea para fines alimenticios de consumo humano directo o para insumos en las industrias farmacéutica y cosmética.
Este cambio de paradigma sobre los criterios del biocomercio podrá contribuir con un mayor valor agregado de la oferta regional, con el desarrollo de una nueva generación de empresas sostenibles, así como con la instalación de nuevas prácticas productivas que atiendan la demanda mundial por productos saludables y de procedencia ética. 
También se verifica la importancia de dirigir esfuerzos a la creación de políticas que reconozcan y pongan en valor los servicios eco-sistémicos marinos y costeros, teniendo en cuenta tanto lo beneficios económicos directos como los servicios eco-sistémicos que contribuyen a la mitigación del cambio climático, la manutención de la biodiversidad y a los eventos climáticos extremos.